Una tarde de primavera estaba leyendo junto río al lado del molino cuando, en una de mis ensoñaciones, me dormí, caí al agua y fui arrastrado por la corriente.

El hombre pez 2

Pronto me encontré sin apenas referencias que me permitieran salir de allí. El agua me arrastró hacia el centro del río y las turbulencias no me permitían alcanzar una postura que me permitiese siquiera dar una brazada.

El hombre pez 3

Me fui desembarazando de mi gabardina y zapatos,

El sombrero y las gafas

Desaparecieron en los primeros momentos.

El hombre pez 4

Aprovechaba cuando mi cabeza asomaba a la superficie para coger aire e intentar reconducir mi situación.

El hombre pez 5

La cantidad de arenilla que arrastraba el agua, comenzó a erosionar mis ojos, de manera que veía un especie de nebulosa más clara fuera del agua y menos luminosa dentro, pero percibía bien los obstáculos mas grandes e intentaba esquivarlos.

El hombre pez 6

La corriente era muy fuerte y el sonido estruendoso.

Algunas piedras grandes rodaban a mi lado y mis piernas y brazos quedaron entumecidos por los golpes y erosiones.

El hombre pez 7

Un fuerte golpe aplastó mi nariz y noté el sabor salado y ferruginoso de la sangre que pasaba hasta mi esófago.

El hombre pez 8

Comencé a sentir frío y la sensación de mi piel encogida que apretaba mis músculos contra mis huesos.

El hombre pez 9

¡Qué lejos quedaron mis divagaciones en la orilla, ahora toda mi mente trabajaba para sobrevivir!

El hombre pez 10

El cauce se iba haciendo más profundo y, de vez en cuando, una oleada de agua más limpia y templada, quizá llegada de algún afluente del río, me envolvía. Entonces, podía ver a cierta distancia y comencé a distinguir lo que me rodeaba.

El hombre pez 11

Casi sin querer, algún gobio entró en mi boca abierta y pasó escurridizo hasta mi estómago.

El hombre pez 12

No pude evitar que diferentes larvas e insectos, entrasen por mi boca, que apenas podía cerrar, así como pequeños trozos de algas y plantas acuáticas.

El hombre pez 13

Los dolores eran fuertísimos, sobre todo por la cintura y las piernas. Con mis brazos pude llegar a palpar y notar que todavía estaban allí.

El hombre pez 15

Respirar fuera del agua me abrasaba y por las heridas abiertas en mis fosas nasales

Notaba un fuerte olor a sangre y ozono.

El hombre pez 16

Empecé a notar el sol, y el agua algo salada. El cauce era cada vez más ancho y las orillas, fangosas y oscuras. Comencé a sentirme más fuerte y me acerqué a una de las orillas.

El hombre pez 17

Quedé atrapado en el fango, el agua iba descendiendo y el sol resecaba las partes de mi piel que quedaban fuera del agua. Los ojos me escocían… temía quedarme ciego.

El hombre pez 18

Así pasaron unas horas, era la bajada de la marea, no sentía mis piernas pero aprisionadas en el fango era lo que me retenía.

El hombre pez 19

Con mi última energía y voluntad de humano y un fuerte movimiento de mi cintura y abdomen, conseguí salir. Allí quedaron mis piernas, presas en el fango.

El hombre pez 20

Nadando como pude comencé a remontar el río con un solo pensamiento: llegar al remanso junto al molino donde abandoné mi lectura.